Mi nombre es Jessica y nací un 6 de Octubre bajo el signo de Libra, en el año del mono con la protección del Serbal.
Soñar es uno de mis atributos principales, porque soñando alcanzo límites impensables en la vida cotidiana.
Soy capaz de llorar al oír una canción, aquella cuyas notas penetran mis oídos y llegan a lo más hondo de mi consciencia. Es así cuando soy capaz de crear y dejarme llevar por mi imaginación, cosa que hago en inmensas ocasiones.
Me gusta escribir, todas las experiencias sin vivir que a mi mente acuden automáticamente cuando el sonido mueve las palabras. A veces no es necesario y forman solitarias las cadenas de ésos textos que me surgen.
Amo el amor verdadero, la naturaleza esplendorosa. No me gusta perderme ni un sólo detalle de la existencia. Considero bello desde un animal naciendo hasta un ser en su putrefacción; porque eso quiere decir que ha vivido, ha podido contemplar la vida. Y que como todos, se somete al inevitable ciclo que la condiciona.
Considero bello un paisaje, un cielo nublado. La luz reflejada en el lago, un eclipse solar. Todo fenómeno meteorológico, todo astronómico; los animales en su libertad, las personas dominadas por sus pasiones.
Respirar el aire con humedad de la precedente lluvia; la tierra mojada, la hierba fresca. Observar la tormenta, los rayos caer, el relámpago nacer.
Ver la lluvia caer, observarla y deleitarme con el chasquido de las gotas al chocar contra la superficie.
Cerrar los ojos... sentirla.
Notar el frío en mi piel. Sentir los vellos en punta cuando el escalofrío me recorre lentamente.
Un instinto en mí despierta. Una tranquilidad reconfortante que me permite respirar tranquila y sonreír.
Me gusta el sonido del mar. Ver las olas romper. Observar un atardecer. Ver una hoja caer.
Pasear entre árboles, entre matorrales y flores. Mirar al cielo y girar sobre mí misma sintiendo el suave viento rodearme. Me deleito con los pequeños placeres que proporciona la naturaleza. Son las cosas que me hacen feliz.
Observar el cielo nocturno y crear constelaciones. Mirar con los ojos llorosos esa belleza e imaginar qué hay más allá, muy lejos, más lejos de la Vía Láctea. Ver el resplandor de una fugaz y desear pedir un deseo que no dio tiempo; pedirlo repetidas veces con el corazón para sentirnos más libres, aunque sepamos que ése no será un factor que influya en hacerlo realidad.
Oír un “te quiero” frente al fuego centelleante de una chimenea de una pequeña caballa de dos plantas, desde cuya buhardilla angular se observe el inmenso firmamento.
Caminar por los parajes de Noruega. Finlandia. Escocia. Japón y Nueva Zelanda. Estados Unidos. Francia... Viajar...
Darse cuenta de que la vida, debe vivirse. Darse cuenta que no sólo consiste en respirar y realizar un desahogo sexual rutinario.
En ella hay muchas cosas por sentir, por descubrir. Impulsos, deseos, sensaciones, sentimientos, ansias. Abrir los ojos a la vida y las alas a la libertad.
Caminar hacia lo desconocido, por un camino indefinido que conduce a un lugar aún por ver.
Perseguir los deseos, los sueños. No rendirse al caer.
Volar.
Ansias de conocerlo todo. De saber el por qué. Antropología, Filosofía, Psicología, Biología y Química. Astronomía, Arte, Literatura e Historia. Música. La evolución. El conocimiento de una célula. El por qué de un crimen.
Dejarse llevar con las teclas de un piano. Las cuerdas de un violín, de un arpa. El tintineo mágico de la música...
Hacer el amor envuelto en una orquesta.
Gritar.
Llegar al lecho con una vida experimentada llena de sensaciones y sobretodo, con una verdadera sonrisa.
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