¿CUÁL ES LA REALIDAD DE MI SER?
Ser soy, soy persona, soy egoísta, soy por tanto de ser humana, inquisitiva.
De pequeña siempre pensaba que podemos construir la vida como queremos. Que lo difícil se torna con visibles soluciones y que los sueños se hacen realidad. De pequeña ansiaba libertad en el futuro, ansiaba encontrar un amor puro y verdadero, el empleo de mi vida y la casa con jardín que aparecía en mi mente cuando pensaba en el porvenir.
Deseaba una libertad llena de alegrías, una libertad que, a pesar de los riesgos que conlleva, a pesar de las responsabilidades, me diese la felicidad. Esa libertad que sería empleada en vivir como deseo. En subir y bajar, en ir y venir, en irme y llegar. Una libertad que daría a mi vida la verdadera chispa del vivir. Pero, ¿esa libertad es buena totalmente? La libertad me haría cometer muchos errores de los cuales me arrepentiría. Y la responsabilidad, que va ligada a ella, sería mi riesgo a tomar. Decepción sería lo que me llevaría con esa libertad que, por las circunstancias que fuese, emplearía mal, marcando mi camino por senderos peligrosos, por senderos equivocados. Debería cargar pues con ello hasta encontrar la salida y realizar la elección correcta en ella mi libertad.
Deseaba un amor puro y verdadero, con el hombre que siempre soñé, la persona de la cual me enamorase. Con el tiempo te percatas de que no es posible y de que la realidad no tiene para ti ese hombre ideal, sino que lo aparta de ti. Cuando conozco a una persona la analizo psicológicamente para ver si me conviene. Una vez la considero apta, puede gustarme, pero cuando es muy apta me enamoro de ella. Y sólo puedo enamorarme de una persona en un mismo momento, no llevar dos enamoramientos paralelamente. Una vez acabe ese amor me enamoraría de otra. O quizás una de las veces no es amor de verdad, puesto que pienso que la vez que más sufra, la vez que más dure, que más sueñe, que más llore, es la vez en la que de verdad me enamoré. Y no es para mí su amor. Tengo fe en que algún día sí lo sea. Toca esperar, de nuevo. Toca esperar a que el sueño con una persona de la cual ya sé de su existencia y la conozco, sea para mí; y no esperar a como estaba antes a que una persona cuya existencia podría ser verdadera pero no conocía viniese a mi vida.
Soñaba con ser una gran científica metida en Greenpeace que, trabajando en reservas naturales, ayudaba a los animales a vivir y a no tener enfermedades. Soñaba con una oficina donde trabajar lo que más me gusta. Soñaba con ser la criminóloga de una comisaría de policía llena de varones. Soñaba con darle al mazo en aquel juzgado donde se condenaba a un miserable asesino. Soñaba con defender la justicia hasta el final.
Soñaba. ¿Para? Convertirme en una profesora de bachillerato que lo único que sabe es- y no es que me frustre ello- explicar cómo interpretan la realidad un par de antiguos.
La realidad. Yo también sacaré mi propia teoría acerca de lo que es la vida -aunque en ella entre realidad y ficción-. Teoría que llevo elaborando toda mi vida. Y que, no me servirá para ayudar animales, para salvar la justicia ni para aprender acerca de la mente humana, pero sí para dar un paso más hacia la solución de todas las preguntas sin respuesta que actualmente existen a nuestro alrededor en el día a día y que tanto hacen pensar a las personas con cerebro.
Prometo a mí misma que cuando acabe la carrera de Filosofía, haré otra. No me quedo conforme ni me siento contenta, necesito sentirme llena y para ello iré poco a poco llenando la dimensión interna de mi felicidad. Ciencias, letras; teorías y conocimiento; necesito saber de todas las cosas para ser realmente feliz. Necesito aprender la mente humana, y he tenido la oportunidad y la rechacé por querer aprender la ciencia de la vida, pero he tenido que desistir de ella. Cuando aprenda la sabiduría de la filosofía haré mis otras partes realidad, haré a mis otras facetas felices. Quiero ser la polifacética que siempre soñé. Ansío conocimiento, ser como aquellos del pasado que sabían todo. Quiero ser feliz con el intelecto.
Para mí la inteligencia es de gran valor. No puedo querer a una persona sin que posea ciertos requisitos mínimos: que su inteligencia le dé para una moral adaptada al bien.
Cuando conozco a alguien lo primero en lo que me fijo es en su cerebro. Y no para comérmelo como un caníbal, sino en lo que lleva dentro, en su personalidad, su actitud, su madurez y su perspectiva acerca de las cosas de la vida. Es importante para mí la moral de las personas para llevarme bien con ellas. Una moral y ética que considere apta para ser mi amigo. Una personalidad ideal para que sea mi pareja.
No obstante me fijo también en el físico. La belleza externa de una persona también se hace valorar. Obviamente que juzgo la belleza, opino de quién es bello y de quién no, sé decir si un cuerpo es famélico o torneado, como todo el mundo. Pero sin olvidar que lo importante reside en el interior. Como con una obra de arte, sé decir si me gusta o no, si me parece bella o no, pero cuando conozco su sustancia, su significado y simbología, puedo opinar mejor. Lo mismo.
Y la belleza es algo bastante relativo. A cada uno le atrae algo diferente de las cosas. Hay a quien le gusta más un cuadro de Monet y a otros de Picasso. Para mí los clásicos siempre serán los mejores, pero teniendo en cuenta la mentalidad de la época de cada uno de ellos y las circunstancias que marcaron sus vidas puedo llegar a querer más un cuadro abstracto que gótico. Con las personas sucede lo mismo. Para mí es bello un hombre que sea como una escultura griega, pero puede parecérmelo más otro con la mentalidad adecuada.
Pero, en sí, ¿qué es la belleza? Supongo que aquello que te gusta y te llena, aquello por lo que sientes verdadera atracción.
Para un necrófilo un cadáver es bello. Para un músico, su piano. Para un pintor lo es su pincel y los cuadros de sus artistas favoritos. Para mí, y supongo que para muchos, la vida. Mas ésta contiene bastantes cosas que puedo considerar como malas y que desecharía de ésta para hacerla perfecta. Pero, ¿las cosas que nos gustan no poseen imperfecciones? o seré yo que las veo porque analizo todas y cada una de ellas en profundidad.
Creo que uno de mis problemas es la analítica. Suelo absorber todo lo que veo y dividirlo en partes muy pequeñas, analizando cada una de ellas, buscándole los pros y contras, lo bueno y lo malo, según mi consideración. La analítica me ha hecho que en mi libertad cometa errores muy grandes por los cuales he pagado entre lágrimas. Conozco el mayor error de mi vida. Una vez, pensé que el mayor error que se puede cometer en la vida es enamorarse, o asesinar, o quizás suicidarse. Porque todas esas cosas no tienen solución. En mi vida, el mayor error no fue enamorarme, aunque sí implicó que mi vida fuese a peor en ciertas circunstancias. Pero el amor viene, el amor no lo eliges tú, o quizás sí e inconscientemente sin darte cuenta porque piensas que es la persona ideal para ti y se crea una obsesión interna que te amarga los días si la anhelas. Por ello enamorarse no es un error personal propiamente dicho porque no se es verdaderamente consciente de ello.
Para mí el mayor error de mi vida fue, tras pensármelo muchísimas veces, matricularme en el Bachillerato de Sociales. No es un error tan malo como los citados pero sí mi vida también fue a peor en ciertas circunstancias y de un cierto modo tampoco tiene marcha atrás. Y menos mal que no me metí en el de arte. Menos mal que, a pesar de admitir mi capacidad y de asumir que sería una buena alumna y tendría dos años tirados, también supe que no era mi verdadera vocación puesto que el arte es para mí un pasatiempo y no una dedicación constante. Menos mal. La preinscripción fue allí, pero supe retroceder... Con ciencias, no lo hice, no me metí, y ello fue mi tragedia, mi arrepentimiento mayor dos años después. Todo fue por temer. El miedo, un sentimiento común, nos lleva a veces a realizar elecciones que no nos convienen; el temor al fracaso es un pequeño diablo que encamina hacia el mismo fracaso. Debía haber escogido Ciencias, aquellos dos años no habrían sido tan malos. Con sobresalientes en las ciencias y un 6 en matemáticas, debí haber seguido los consejos de mis profesoras de ciencias y haberme matriculado. El arte se me da bien, las sociales son de cabeza, los números se me dan mal, pero... ¿no habría sido mejor luchar por ello? El profesor de 4º no es el mismo que el de 1º, ni el de primaria el mismo que el de la universidad. Si me hubiera dejado llevar por mis pasiones y no por un razonamiento negativo, pensando que suspendería y que eso heriría mi orgullo, ahora estaría tan contenta en Biología cumpliendo el sueño de la niña positiva que fui. Pero no. Mi orgullo, oh, mi orgullo no podía herirlo, no podía suspender y quedar detrás que todos los de mi clase que fuesen desenredados en las matemáticas. Ahora es cuando me quedo por debajo del resto por intentar ser lo que no fui y por intentar ser todo lo que seré. En ciencias habría sufrido, bastante, pero una vez pasasen los dos años efímeros y de lucha tendría mi intelecto capacitado para continuar por el camino del saber científico y estaría orgullosa de habérmelo sacado. El temor, idealizado a peor por el pensar constante, me traicionó el futuro; temer al fracaso y a repetir curso, me hace ahora odiar mi decisión. El de Sociales no era todo de rosa, en sociales estaba economías, que jamás me gustó y por el profesor que tuve apenas me gustaron. Pero no las odiaré, porque si no me ocurrirá como con matemáticas. No odiaré nada y a partir de ahora no temeré.
Tampoco temeré a otros obstáculos de la vida que no sean del conocimiento. No temeré a la independencia ni a nada que conlleve libertad. Obviamente esa libertad la usaré con un poco de miedo que será lo que me haga ser responsable. Responsable y moral.
Con las experiencias aprendemos más responsabilidades. Con la experiencia aprendemos de la vida, y no con lo que nos enseñan en las escuelas. Por esa razón yo apoyo la educación moral desde primaria, porque pienso, que actualmente la educación que se imparte no es la adecuada. Enseñan a los niños a ser mejor en matemáticas o en lengua pero no a ser personas. No los educan psicológicamente, no les ayudan con su personalidad. Hay niños que crecen creyendo cosas de sí que no son. Y otros, implantándole esos pensamientos a aquellos inocentes. La educación debería completarse con psicología infantil y ética, una ética donde se enseñen a los más pequeños a convivir, a amar y a respetar. Esas cosas, las dejan para la catequesis (cosa que después, años después, ya se han pasado por el forro y olvidado) y a los padres. Lo importante de la educación no es pues los conocimientos adquiridos de intelectualidad, sino la personalidad. Si fuese maestra de primaria la implantaba.
Por ello considero que hay depresiones en esta vida. Si desde pequeños ajenos han atribuido a nuestra personalidad caracteres negativos, como inferioridad en algún factor o complejo, creará en el crecimiento esa sensación de ser menos importante que los demás que acompañará durante toda la vida al ser en cuestión. Si desde pequeño se ayuda a esa persona dándole positivismo se evitaría que de mayor tuviese ciertas depresiones o desconfianza en su persona. Y además, que aquellos con afán de ser el mejor que los demás y pisotear, se iría al carajo siendo una persona más noble y de confianza.
Hablando antes de experiencias, que con ella, se crece, debemos llenar pues la vida de experiencias y variadas situaciones que nos proporcionen sensaciones y perspectivas diferentes a las habituales. La experiencia cambia a veces los pensamientos de las personas. Hay personas que opinan que el aborto es lo mejor hasta que padecen un embarazo no deseado y se ven envueltos en esa red de dudas. Yo soy de ésas personas que lo apoyan, con razones óptimas para ello; pero que si se viesen en esa situación no sabría qué hacer, y que en ese momento decidiría. Sinceramente, no quiero saberlo. No quiero pasar por ello. Por esta razón no sé si responder afirmativamente o negativamente a la Ley del Aborto. "Sí", suelo decir, pues hay muchas perspectivas y cada cual debe hacer con su vida lo que desee mientras no atente contra los demás. Aquí es cuando los no abortistas saltarían diciendo que atentamos contra la vida del bebé. Pero, ¿qué bebé? Es bebé cuando nace. Es feto mientras no. De todos modos vuelvo a decir que no sé lo que pensar.
Me he desviado mucho por el tema de la experiencia. Pero lo que quería decir desde un principio, sin contar el inciso del cambio de mentalidad al experimentar, es que la vida sin experiencias no es vida, es vacío. Por ello consideré, cuando mi padre me dijo " escucha la música pero no vayas al concierto", que él no es de los que apoyan la experiencia. Sé que la situación económica está mal y que no debería desperdiciar el poco dinero del que disponemos en irme de conciertos. Pero yo no pedí un concierto cualquiera ni un concierto por irme un rato. No, pedí cumplir uno de mis sueños, pedí experimentar una realidad que deseaba sentir. Pedí ir al concierto de uno de mis cantantes preferidos con gente que merece la pena. Hace un año, mataría por ir a ver Interpol y con el chico que amaba. Ahora puedo ir con él y más amigos, experimentar esa sensación, brillar viendo a mis cantantes. ¿Por qué no voy a cumplirlo? Se ha presentado la oportunidad y puede ser la última. Mi padre dice que siempre le cuento lo mismo, que si es la última vez, que si es la vida, etcétera. Pero, ¿no es la verdad? ¿No es, la vida en sí, corta y amargante? La vida tiene también sus cosas buenas, que son, a veces cosas grandes que te llenan parte de ella, y a veces cosas pequeñas como ésta que, aunque parezcan chorradas, aportan gran felicidad. Y luego, en el recuerdo, queda como algo bonito que te pasó, algo que viviste con ilusión y alegría que te hizo muy feliz durante semanas. Una pequeña cosa como ir a un concierto un par de horas con determinadas personas puede hacerte feliz. Una cosa que llevabas deseando que pasara viéndolo como un imposible. Experimentar eso. Experiencia.
Volvemos a la experiencia. ¿No es mejor experimentar que soñar? ¿No es mejor tenerlo que desearlo? Como dijo una vez Descartes, "es más perfecto existir que existir como idea", es más perfecto tener un 10 que tenerlo como idea que tendrás un 10, es más perfecto experimentar que has ido al concierto de tus sueños que soñarlo y no experimentarlo en la realidad. Ser es más perfecto que no ser y aspirar a serlo sin llegar.
Cambiando de tema. A veces pienso que soy bipolar. O tri, o multi. Bipolar o “multipolar” debido a mi polifacética personalidad. Pero, ¿y qué? Me gusta todo. ¿Quién no dijo algún día que quería ser astronauta? Es una cosa bastante complicada y sin embargo, en la ignorancia de los niños, muchos crecen con la ilusión de serlo. Habrá quien se tome en serio esa idea, y, que gracias a su inteligencia y esfuerzo, consigan ir a la NASA. Otros desistirán con el tiempo y serán otra cosa que les llene nuevamente, o simplemente que dejaron esa idea como una idea del momento de comenzar a soñar. Sin embargo, creo que comenzamos a soñar desde que nacemos, desde que sabemos que el mundo es nuestro hogar ahora y que tenemos una vida que completar.
En ella tendremos que ir tomando caminos que nos llevarán a nuestro futuro. Y el futuro cambiará según elijamos. ¿Es el destino pues? El destino es quien marca el camino y nos hace tomar decisiones, o el destino cambia según las decisiones que tomamos. Puede ser que mi destino fuese en un principio ser Psicóloga y que por las decisiones que tomé ahora mi destino es ser otra cosa. O también, puede darse el caso que mi destino es desde un principio ser otra cosa y que por ello estuve destinada a pasar por esa elección y elegí eso por manos del destino. ¿Tomar decisiones porque es el destino o hacer otro destino al tomar decisiones? No sé si Fortuna nos ha marcado a todos con un camino concreto lleno de dudas que nos hacen pensar que podemos tener otros destinos y deberíamos dejarnos llevar porque sólo hay uno, o Fortuna no existe y el destino lo marcamos nosotros mismos con cambios y decisiones.
Elegir no me gusta. En el caso en que nosotros marquemos nuestro futuro, elegir consiste en renunciar. Renunciar es perder del futuro una realidad que se torna inexistente, viendo en mente una vaga visión idealizada de lo que sería. Mi realidad futura ahora es lo que será, lo que he elegido sacrificándome las demás. No pueden poseerse varias realidades que caminen a la misma vez en el tiempo.
Y eso me frustra. En el caso en que Fortuna nos marque, no deberíamos frustrarnos por los desechos. Mas quizás, y pensándolo razonadamente quizás sea cierto, que queremos creer que el destino es único para no sentirnos culpables de nuestras decisiones y errores, para quitarnos una responsabilidad de encima a la hora de ver que nos hemos o no equivocado. "El destino lo quiso", suele decirse.
El destino, sea el que sea y se desempeñe como se desempeñe, es la realidad de nuestra vida. Pase lo que pase o hágase lo que se haga es así la vida y hay que aceptarla. Y sea como sea pues, lo que siempre estará ahí es nuestra opinión y decisión. Elegir. En eso consiste la vida. La vida es una sucesión de elecciones interminable. Elecciones que marcan nuestra realidad y nos hace soñar con lo ideal. La vida no es lo ideal, la vida es lo real. Por ello ideal y realidad no son lo mismo. El hombre siempre tiende a tener decepciones, porque idealiza mucho las cosas y cuando abre los ojos a su vida misma choca con la ruda realidad. La realidad que es su destino, quizás, o su elección frustrada, o su destino elegido por él, o su destino impuesto por Fortuna.
Mi destino ideal sería el siguiente:
Ir a la universidad a estudiar lo que siempre soñé. Realmente decir "lo que siempre soñé" es como decir "las cosas que me encantan". No puedo tener nada en claro puesto que me gustan muchas cosas. Tengo parte de mi vida ideal en oficinas y de ejecutiva, en consultas propias y como intensiva en una reserva de animales o un zoológico cuidándolos. Lo que sí tuve siempre claro es ir a la Universidad e instruirme en algo que me proporcione parte de felicidad, parte porque sé que no toda.
Otra de las cosas que tengo en mi ideal es colaborar en Greenpeace. Siempre soñé con ir de voluntaria a salvar ballenas, impedir la caza de focas, o ayudar a leones. Y más, y más cosas. También colaborar con voluntariados del Tercer Mundo, para proporcionar alimentos y medicina a los más pobres y ayudarles colaborando.
Además, siempre deseé un amor verdadero que encontraría de más mayor y él se enamoraría de mí. No podemos decidir esas cosas, pero sí soñarlas, y siempre soñé con ello. Puestos en la realidad, sé qué persona deseo que sea. Y ojalá ocurra. ¿Ocurrirá? Tengo Fe en que sí. Mucha Fe. Fe en que siempre esté ahí conmigo y no me abandone.
También soñaba con mi casa. Sería una casita rústica con un gran salón donde, frente a un ventanal que dé al jardín, colocaría un piano de cola para tocar y tocar los días de lluvia. Allí aprendería mi hija a tocar, a la cual instruiré con las cosas que me hubiera gustado hacer de pequeña. En el jardín, la parte del ventanal, sería bastante botánica. Y por otro lado, una piscina para soportar los veranos. También tendría un ático que sería mi habitación especial, con un sofá y mi escritorio, y una estantería llena de libros y de mis cosas del pasado. Allí pasaría bastante tiempo. Una habitación infantil para mi/s hijo/s, que, aunque me gusten los mellizos y gemelos, quiero que venga una y después otro. Una chica, a la que llamaría Natalia en un principio pero que ahora llamaría de otra manera, con nombre extranjero por supuesto, y un niño al que quería llamar Tomás pero ahora no.
Una habitación de matrimonio bien montada donde él... durmiese conmigo. Un baño en nuestra habitación, que daría a la de los niños para que no nos oyesen. Junto a la de los niños, el baño de arriba. Bajando por unas escaleras de madera bien bonitas y con alfombra, una recepción, y un salón espacioso y bien amueblado, con sus sofás, su mueble de TV con sus accesorios y su piano en el rincón, donde encontraríamos el rincón de la música. Una mesa comedor, y cerca, la cocina, con su barra a modo bar donde poner cosas; muy completa y con una mesa junto a un pilar. Una salita para estar tranquilo, un baño junto al porche del jardín, donde comeríamos en verano. Frente al porche de madera una piscina, y por la otra fachada de jardín una zona botánica con un columpio colgado. Lo ideal para hacer una casa a modo antiguo pero con modernidad en el interior. Una casa espléndida. Y por supuesto, mi coche, un coche sencillo para ir a trabajar, sea cual fuese mi empleo que me gustase. Pues el empleo no soñé con nada concreto ya que cambio demasiado.
Mi casa se situaría en una zona fresca de Andalucía y cerca de la playa. Pero no al lado. Construida a mi modo. Iría de visita a mis padres y mi familia de vez en cuando, y les invitaría a comer en casa en muchas ocasiones.
Acerca de la independencia laboral, en las vacaciones, ir de viaje. Visitar todos aquellos países que siempre he deseado. Ir a Japón, Francia, Inglaterra, algunos de África, a Nueva York, a Nueva Zelanda, y múltiples países de Europa que no he nombrado. Llevarme de viaje a mi madre o a mis padres, para que conociesen más mundo y para que ella viese países que le gustaría ver. Claro que empezaría llevándomela/os al País Vasco. Lo tengo claro.
También me gustaría hacerme de mayor muchos amigos con los que compartir experiencias y vivencias, y tener mi círculo propio de pensamiento.
Hacer más carreras para completar más mi conocimiento, como el grado de Psicología o de Criminología, ya que haré el de Filosofía; así podría ser más cosas que profesora en esta vida. Y lo haré, lo deseo. Además sacarme un módulo de Fotografía y a poder ser de más cosas. Ampliar y ampliar cada vez más los conocimientos. Ser lo que quiero ser: una intelectual.
Mi vida perfecta pues se basa en eso, acompañada, obviamente, de salud y felicidad. Mucha salud para todos nosotros. Y capacidad para ejercer lo que nos gusta. Otro deseo que me gustaría ver cumplido es ver a mi madre como escritora reconocida por el mundo, o al menos, por España. Ojalá. Y el otro deseo infantil que tenía de pequeña, que era tener un hermano, no lo veré cumplido. Por ello a mi hijo primogénito le daré un hermano. Mis hijos aprenderán música e inglés desde pequeños y lo que dicté más atrás: psicología.
De deseos se constituye la vida. Cumplirlos es nuestra misión. Vivimos para alcanzar las cosas que nos gustan. Para mí es un misterio que nos guste determinadas cosas y otras no, que haya tanta variabilidad de pensamiento y que vivamos. Y que la felicidad sea algo que buscamos con ansias. Todo es un misterio. Pero ya que vivimos, habrá que intentar ser lo más felices posibles.
Aunque a veces creo, que ya no quiero soñar, que ya no quiero crearme más ilusiones con el porvenir.
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