2 de noviembre de 2011

Relato - La chica del tren o cómo la chica volaba sobre los pájaros (1/2)

El traqueteo del tren se oía a lo lejos como un eco ensordecido. No era muy tarde, hacía poco que había anochecido. Un fresco envolvía las calles y recorría cada uno de sus rincones. Las ventanas que permanecían inalteradas dejaron de ser cristalinas. La gente paseaba abrigada por la ciudad. Una chica sonreía al percibir visibles algunas estrellas en aquel cielo turbado, paseando junto al chico que le gusta. Una mujer mayor abrazaba a su nieto al recogerle de las clases particulares de inglés. Un murciélago aleteó rápidamente al esconderse entre las ramas de un gran árbol perenne. Bajo él, un vagabundo acomodaba unos trozos de cartón sobre un banco para resguardarse, como podía, del frío. Un chaval de unos nueve años, escribía su nombre con el dedo en la ventanilla del asiento trasero del vehículo de su padre.
Al mismo tiempo, yo escuchaba en mi teléfono móvil, de espaldas a la ventanilla del tren, la canción de “Love” de John Lennon. Alicaído, me encontraba paralizado y atento; sumiso en cada palabra, en cada nota. No puedo saber con total certeza que un niño escribiera en ese instante su nombre, pero es algo que yo de pequeño solía hacer cuando los cristales se empañaban… como ahora. Y no creo que sea una acción desconocida para vosotros.
De pequeño hacía tantas cosas que ahora no, que realmente me entristece recordarlas y reconocer que las he perdido. Ya no veo un pasadizo secreto entre los arbustos del parque, ni un refugio bajo las pizarras de menús de la puerta de los restaurantes, o bajo las mesas, cualquier mesa. Yo también veo un sombrero, en vez de una boa constrictor comiéndose a un elefante. Ya no creo en los deseos de las estrellas fugaces, sino que veo un meteoro quemándose en la atmósfera –aunque no pierde, por ello, belleza-. Quisiera que mi perro me hablase, pero sé que no sucederá, ni aunque le ladre creyendo hablar su lenguaje. No puedo volar, ni mi jardín es una pequeña Amazonas. No puedo tocar el arcoíris, ni subiendo a la montaña más alta. No encontraré hadas aunque me oculte una noche entera en un bosque, ni las sábanas me protegerán ante un infortunio. Puedo pensar dragones, soñar que los tengo, pero saber que no puedo tenerlos. Al igual que el peluche que tanto quería: no cobrará vida.
Es muy triste crecer y perder las buenas costumbres. Correr por la calle. No saber que te miran, saber que todo te da igual: sólo quieres correr, volar y matar al pirata que te acaba de robar tu tesoro. Mirar a los ojos de tu compañero de pupitre y creer que será tu amigo para toda la vida, o creer haber encontrado la casa del demonio al excavar medio metro en la tierra del patio de recreo. Decirle a tu vecina extranjera que nunca la olvidarás, antes de que marche a otro país… y perder completamente el contacto con ella. ¿Qué fue de aquél niño con el que compartí juegos en mi infancia?

El tren se paró. El monitor que indica la posición del vehículo durante el recorrido estaba estropeado. Me quité un segundo los auriculares para oír el altavoz, y no era mi estación. Yo estaba sentado muy cerca de una de las puertas, por lo que pude controlar el movimiento de personas que entraban y salían. Eran pocas, en comparación a otras veces. Salieron un par de jóvenes vestidos de oscuro y entraron de golpe unas cinco personas. Todas parecían ser un grupo de conocidos entre sí, salvo una. Ésta se alejó de ellos y tomó la dirección contraria en busca de un sitio. No dudó: se sentó muy cerca de mi asiento, tanto que podía respirar su perfume. Era jodidamente dulce. Fresco.
Dulce como su rostro, pálido. Fresco como su mirada, humedecida por el frío. Sus mofletes estaban quemados. Sus manos tenían pinta de estar congeladas. Las apoyaba sobre un cuaderno mediano que portaba ya cuando entró. Se quedó mirándolo, en silencio. Un buen rato. Curioso, hice ademán de asomarme disimuladamente a ver qué atraía tanto su atención del cuaderno. Pude ver un dibujo, pero no reconocía demasiado bien la figura. Entorné los ojos, me esforcé un poco. Ella se daría cuenta de mi fisgoneo, pues impuso su mano rápidamente sobre la ilustración. Nervioso, la miré. Cruzamos las miradas y me sonrió. Movió sus labios. Finos, pero realmente bonitos.
-Es… Esto es una golondrina -me dijo.-Y esto es una chica. Vuela sobre la golondrina.
-¿Lo has hecho tú? -le pregunté.
-Sí.
Era verdaderamente bonito. Parecía una ilustración sacada de un libro de cuentos infantiles. Asentí varias veces, mirándole, perplejo. Le pregunté si estudiaba Bellas Artes o algo parecido, y me dijo que no. Ahí acabó nuestra conversación en ese momento.
Me puse los cascos de nuevo, y seguí escuchando a mi querido John. Volví la mirada hacia ella, silenciosa y aquietada sobre su asiento; recta, posicionada nuevamente con las manos sobre su cuaderno, con la mirada sobre su dibujo. Me prendí de sus manos… qué finas, qué blancas. Sus dedos eran como tallos; sus uñas, brillantes como perlas. Y sostenían su librito con una delicadeza digna de una flor. La portada del cuaderno había sido cuidadosamente pegada por ella sobre la carátula original, que posiblemente sería de algún color liso oscuro. Se veía que era una chica meticulosa, además llevaba el corto pelo graciosamente colocado. Me encantaba, ¡me encantaba! Pero, lo que más me gustaba de aquella desconocida, era la extrañeza que vengo destacando: su afición por la contemplación de su cuaderno. Me agradaría saber qué tendría escrito en sus páginas.

Pasadas dos estaciones, empecé a aburrirme. Miré por la ventana. Podía ver a lo lejos las luces de la ciudad, que competían -y ganaban notablemente en luminosidad- con las luces del cielo. Miré el reloj de mi teléfono: sólo había pasado media hora desde mi partida, veinte minutos desde la entrada de la extraña chica. Acordándome de ella, la miré inmediatamente. Allí seguía, silenciosa, aquietada y recta, con su enigmático cuaderno entre las manos. El tren estaba casi vacío. Quedaban cuatro paradas más antes de mi destino. Tenía muchas ganas de llegar, ya empezaba a cansarme el viaje. Aborrecí las canciones de mi teléfono y crecían en mí ganas de acercarme a la misteriosa chica para saber más cosas sobre ella. Pero no me atrevía. Además, su mirada parecía perdida y su rostro adormecido. Estaría cansada. ¿De dónde vendrá? ¿Adónde irá? Si quería conocerla, más me valía acercarme ahora… o la próxima parada podría ser la suya.
Sentía el impulso dentro de mí intentando mover todo mi cuerpo hacia ella, mis palabras hacia sus oídos. Pero no podía. Otra parte de mí me daba retraimiento. Me sentía ser el juguete de dos fuerzas opuestas. Para retrasar una decisión, miré de nuevo el reloj. Sonó el altavoz comunicando la cercanía de la próxima parada. Miré a ningún lugar a mi frente. Me desperecé sobre mi asiento y apoyé mis brazos sobre mi abdomen. Miré de reojo a mi derecha. Divagué… Cerré mis ojos. Me rasqué la barbilla y decidí levantarme. Vacilé por unos instantes, la miré a ella rápidamente, virando de su rostro a la ventanilla de su vera, aún con mi mano sobre mi mentón. Caminé a través del pasillo hasta la otra punta del tren, para disimular tener algo que hacer. No era muy largo, por lo que tardé poco en llegar al extremo opuesto. El tren se paró, varias personas salieron y otras entraron. Me prometí que si al volver a mi sitio la chica seguía allí, sentada en su lugar, hablaría con ella. Si se había bajado, habría perdido la oportunidad de saber sobre ella y me olvidaría de todo. Volví. Allí seguía…
…Dormida. El sueño y el traqueteo arrullador del tren le hicieron abatirse allí mismo, algo habitualmente visible durante viajes largos al final del día. Así  me transmitía más misterio: dormida era silencio absoluto; ni miradas ni gestos, silencio. Y encanto, con sus pelitos caídos sobre su faz, sus labios casi invisiblemente abiertos y sus ojitos, de párpados tiznados, cerrados. Ahora que no había nadie cerca nuestra, y ella dormía, podía observarle sin aprensiones. Sus manos lacias sobre el cuaderno. Su cuerpo dejado de caer sobre el respaldo del sillón, su cabeza ligeramente inclinada hacia su derecha. Sus piernas entreabiertas, sus botas sobre el pantalón. A su espalda, las luces pasaban rápidamente, las muy cercanas. A lo lejos podía ver otros focos pertenecientes a casas que viajaban lentamente. Bostecé. Seguí mirándola. Silencio constantemente roto por la vibración musitada del tren. 

22 de octubre de 2011

Poesía - Noche 23 (III)

Sobre tus pupilas veo el mar
rodeado de montañas;
veo mi alma desfogar
entre claveles y campanas.

Sobre ellas veo un jilguero
que canta enmudecido;
veo pasión, veo fuego,
veo mi fuero embellecido.

Sobre tus pupilas veo a la Luna
suceder al Sol con un beso;
veo a un chico con fortuna
asomándose a un espejo.

Poesía - Noche 23 (II)

Mi noche, que es tuya,
siente mi cielo vacío,
pues falta una estrella
que reverbere sobre el río.

Aguas buscan el reflejo
de esa preciada estrella;
Luna mía que rastrea
de tu fugacidad su estela.

Poesía - Noche 23 (I)

¡Fíjate cómo resplandece el sol
sobre el manto que cubre nuestras cabezas!
Y pasea su casa el caracol
por los parajes de la naturaleza.

¡Amo tanto estas vistas bellas
de verdes y azules pinturas!
que viviría eterna en ellas
siento tú Sol y yo Luna.

12 de octubre de 2011

Texto - ¡Ay... mi vicio!

Sólo una onza de chocolate negro, puro, bastó para colmar mis pensamientos, para recordar la pasión que por ti sentía. Fuego; ardiente deseo de agarrar tu cabeza y tirar de tus pelos, suaves, y unir en un fogoso torbellino mis necesitados labios con tu tentadora boca. ¡Fuego! Meter mis juguetonas manos bajo tu camiseta, buscar tus hombros, presionar mis pechos a tu cuerpo y bajar mis manos por tu espalda arañando felinamente, mientras mis carnosidades te dejan marcas de maquillaje en el cuello destapado. ¡¡Fuego!! Susurrar en tu oído toda palabra que jamás te dije mientras humedezco tus pantalones…

Fuego, y me enciendo un pitillo entregándome a todos los vicios esta noche. Y aquí permanezco, en una esquina de mi habitación con mis cigarros, una copa, mi chocolate y en mis pensamientos… tu cuerpo.

29 de septiembre de 2011

Poesía - Número V

-Bienvenida al infierno- susurra a mi oído
una voz clandestina a las leyes de un hogar,
y siento en mi pecho un intruso torbellino
que no me deja, por momentos, vivir ni respirar.

Me corroe las entrañas agonía depresiva
que a mi alma araña, y sagra mi corazón;
sanguijuela de vidas son palabras altivas
cuando no hay ágora, consenso ni reflexión.

Me siento dentro de una terrible pesadilla
en la que no puedo gritar y despertar;
y sueño mi propio país de maravillas
donde cada historia tiene punto y final.

Aquí cada capítulo me aturde e incita
a juegos ridículos, la micropsia y el té,
mas no es la fantasía bonita la que excita
mi cerebro, sino aquello prohibido que no se
debe comer.

Poesía - Día 7

Soñaba con estar, y ya estoy,
ahora sueño con volver y no he vuelto;
soñaba con olvidarte, y viniste,
soñaba con tenerte... y he muerto.

Poesía - El fin del mundo ya podría llegar tranquilo...

...que al tenerte entre mis brazos nada ya es importante,
solo quiero seguir teniéndote conmigo
abrazado a mi pecho sin pensar en separarte.

Sigue siempre aquí, pues te quiero acariciar,
peinar dulcemente el cabello alborotado,
y dibujar en tu piel la silueta de tu rostro,
de tus brazos, de tu costillas, de tus bellos labios.

Labios de mis sueños, que soñé hoy y ayer,
unos labios que en fantasías con cariño palpé;
labios que deseo, labios que al cielo pedí,
labios que encontré, labios que en distancias vi.

Ya podría el diablo llevarse entera mi alma
que mi corazón seguirá postrado a tu existencia,
y mis sentimientos construyendo besos en el alba
sintiendo lo que siento sin necesidad de abstinencia.

Ya podría el diablo llevarse mi alma entera
que tus ojos seguirán siendo mi religión y ciencia,
amando así tu persona firme y austera
siempre, mientras el día a la noche acontezca.

2 de agosto de 2011

Poesía - Estrellas

    Tengo ganas de volar por el espacio,
de sentirme cerca de aquellas estrellas
o de su venturosa luz...
    Puesto que ellas son para mí tu madre:
fulgorosas, ideales y bellas,
y de las luces... naces tú.

    Allá hay un reino, un mágico palacio,
y en tu sala cuelgan fulgentes telas
y sueñas sobre abedul
    tus deseos y dudas abismales
que decoran enteras adeferas,
pues allá... eres sangre azul.

18 de julio de 2011

Poesía - Día 18

Ahí me haría yo un corte, que llegara hasta mis entrañas
brazo débil y piel fina, vena azul y delicada;
explota mi cerebro, revienta mi desolada alma;
enjaulada sin vida me hallo en esta maldita casa.

¡Socorro! Ansío que penetre el aire en mis pulmones
que haga emanar el oxígeno por mis tiernas venas;
cese el resonar ametrallador de los violines
que hace desgarrones de mi acuchillada conciencia.

Los árboles mueren y la vida se me resiente,
desaparezco y el diablo se ríe a mis espaldas
y mis ojos, perdidos, dejan caer unas lágrimas
que alimentan el sucio dolor de mi infierno ardiente.

¡Oh!, maraña de edificios que me salvaguarda
que entre sueños y aspiraciones mi vida aguarda,
un deseo: el tiempo, que tan sólo quiso una niña
fructificar y gozar, aun entre voces y riñas.

12 de julio de 2011

Poesía - Día 11


Hoy yazco en los cielos, mañana lo haré en mis infiernos,
experimento altibajos cual balancín astral soy;
tu voz me decepciona cuando escapa de mis sueños
y presencia inexistente entre mis recuerdos del hoy.

No te tengo en ningún lugar: ni ahora, ni ayer ni mañana;
vives ufano tus días mientras yo me ahogo en mis lágrimas;
tu existencia entorpece mi vida, de dulce la torna ácida
pues tu ausencia es antojadiza y en breve consume mi ánima.

Quiero que me quieras como siempre he pretendido
o bien decepcióname como nunca he querido:
confío en tus palabras y en tu bella existencia;
ámame, u ódiame pero aparta tu presencia.

Hoy vivo entre mis gritos, mañana en el silencio;
tapaderas de la corroyente herida me construyo;
si me vienes con simpatía a la luz sucede un cencio
que augura que este amor será siempre tuyo.

Requiero que el destino obedezca mis plegarias,
hacerme del amor preparada boticaria;
mi cabeza está cansada y mi corazón abatido,
por favor, ódiame y condúceme al olvido.

9 de junio de 2011

Poesía - u_u

Inteligente es la chica que 
en la escuela él ha querido;
Bella y hermosa la mujer 
que su duplo está amando.
Y yo me quedaré ligada 
a mi triste soledad siempre,
pues ellas son perfectas, 
y yo no las alcanzo. 

Poseía en mí unos atributos
que la ciudad me ha usurpado.
Ya no sé quién soy, 
ya no siento que algo valgo.
Han sido deterioradas mis alas 
por el aire contaminado. 
Ya no ansío volar, 
ya no anhelo ir progresando.

La voz se escabulle y 
desaparece de mis labios;
mis párpados caen, 
me oculto entre pared y clavos.
Sus sonrisas agraciadas roban 
su aliento desesperado;
¡celos! vanidad atrofia mi alma 
...la hace pedazos.

          * * *
Prefiero ser un Narciso 
que el eco del dolor...
ahogarme de egolatría 
y convertirme en bella flor.
No quiero consumirme 
y expandirme por el cielo;
por rincones ya Eco emite 
su voz de terciopelo.

29 de abril de 2011

Texto - Gritos silenciados en un mundo de soledad.

En un mundo donde la vida de <<a dos>> era algo casi utópico. En un planeta sin color cuya superficie estaba construida con fuertes bloques de hierro invisible. Allí estaba ella. Constituía el núcleo de su esfera imaginaria. 

[ Ella gritaba, pero nadie la oía... ]

La atmósfera estaba insonorizada al exterior. Sólo sus palabras de apoyo a otras personas lograban salir al universo de la realidad. Pero las palabras que clamaban unos brazos que la sacasen de aquel planeta desolado, rebotaban contra las nubes y regresaban a ella, cayendo a sus pies. 
La joven no sabía qué hacer. Se sentía sola, muy sola, en aquel lugar. A pesar de ser una chica huidiza y que normalmente no solía iniciar planes con los demás, a pesar de adorar los paseos en soledad y los viajes en el autobús con unos cascos puestos, requería la compañía y el cariño de otros para sentirse feliz. 
Y en esos momentos no encontraba la felicidad. 
Tantas personas en el mundo real, tantos sujetos caminando a su alrededor cada día, mostrando sonrisas, palabras, expresiones de afecto... y ninguna iba dirigida a ella. Su orbe se crecía ante esta situación.

[ ...Gritaba, y gritaba... ]

Las palabras rebotadas seguían en el suelo, formando montañas y ecosistemas de desengaño. Sus lágrimas fueron formando ríos, sus llantos el piar de las aves. Quería salir de allí... su propio mundo le ahogaba. El oxígeno era robado por las noches por las hojas de la soledad. 
Apoyó las rodillas sobre el suelo, frío y firme. Rezó a un dios imaginario, pidiendo que pronto enviaran un cohete en su rescate. Prometió dar todo lo posible a esa persona que se atreviese a traspasar toda la atmósfera para llegar a ella. 
La joven se sentía muy sensible, muy vulnerable. Dos meses terrestres eran en su mundo una eternidad de diez años. Impaciente, soñaba mientras el tiempo, tanto dentro como fuera, pasaba y se alargaba. 

[ ... ]

Una noche en la que ella jugaba con alguna de las palabras caídas, formando cadenas de nuevas frases algo más positivas, una mano penetró su burbuja. Pero era una mano amiga. Una mano amiga que nunca podría darle el cariño que ella requería en esos instantes. Agradecía esa amistad, pero ella quería más. Por ello, le advirtió que mejor no volviese a traspasar la barrera de la amistad normal y corriente, y se mantuviese fuera de su mundo. Un paso mal dado podría hacerle sufrir un desengaño amoroso, y ella no estaba para duplicar su sentimiento de soledad; no estaba para dar a luz lágrimas de desamor.
Miraba a su alrededor. Acostumbrándose a caminar sumisa en sus emociones, en su mundo de soledad, su desinterés por las personas era notable... y creciente. Paseaba sin pensar en entablar conversaciones con los cercanos que aún no conocía del todo. Quería a sus amigos, quería a su familia. Quería a todas esas personas que de vez en cuando, o cada fin de semana, compartía momentos con ella. No a más. Pero sentía que nadie podía. Nadie, nadie podía ayudarla. 

[ Ella gritaba, pero nadie la oía. Sabía que nunca saldría de su abismo. ]

En su mundo, soñaba. Soñaba con destruírlo. Soñaba con ser feliz, al lado de esa persona.
En el mundo real.

26 de abril de 2011

Poesía - Olor a lluvia


Olor a lluvia
a libros y a café,
miradas tuyas
los ojos que aprecié.

Sabor a edulcorante
en pastas y en té,
libretas y bocetos
las manos que palpé.

Imágenes calladas
huracán emocional,
todo en mi memoria
le hace bombear

y es que mi corazón
sin ti no sentiría:
es para él el amor
la existencia de tus días.

Poesía - Ya no te amo

Ya no te amo.
Pero es extraño cuando te veo,
me conmuevo cuando te leo,
y tu mirada se graba en mí.

Ya no te amo.
Pero ayer soñé con tus besos,
me desperté diciendo “te quiero”
y “no te marches de aquí”.

Ya no te amo.
Mas en ti solamente pienso,
no soy libre en otros besos
porque sólo me acuerdo de ti.

Ya no te amo, no;
oh, no te amo…
no te amo pero te quiero,
te quiero hasta morir.

25 de abril de 2011

Texto - Cuántas...

...Ventanas sin abrir.
Sábanas que no cubren.
Dibujos sin terminar.
Bocetos empapados.
Corazones rotos.
Palabras perdidas en papel.
Vellos erizados.
Lágrimas derramadas.
Rostros contorsionados.
Cuerpos helados.
Noches en vela.
Sonrisas olvidadas.
Ojos sin olvidar.
Dos caminos que se enlazan.

Cuántas personas con blogs y diarios.
Cuántas personas cantando en silencio, agitando sus labios en vanos movimientos... pues no enuncian nada.
Cuántas canciones tristes escuchadas, provocando llanto e insomnio.
Cuánto desamor. Cuánto sentimiento de soledad repartido por las casas de cada ciudad.

Por cada persona, un cúmulo de emociones.
Por cada emoción, unas poesías, unas palabras, unas imágenes.
¿Cuántas personas estarán en este momento escribiendo sus pensamientos, sin dormir? 
¿Cuántas personas encontrarán entre las palabras un consuelo ametrallando el silencio con el sesgado de un papel?
¿Cuántas se expresan cada día en secreto para no tener que explicar nada a nadie más que a sí mismas?

A saber cuántas personas se desahogan en estos momentos para mañana no tener que decir nada a nadie de sus sentimientos. 
Y tomar un café en soledad. Y después charlar y sonreír. Sin pensar en lo vacías que se sienten por dentro.

8 de abril de 2011

Texto - 2/4/11 Madrugada. Hechos reales.

Allí estaba. Sentada en el suelo en el centro de un salón desconocido y callado. A su derecha, un antiguo balcón abría la boca para tomar pequeñas bocanadas de fresco aire marítimo durante la noche. A lo lejos, las olas rompían como globos balanceándose en el aire o niños columpiándose en sí mismos. La luz era escasa. Un pequeño foco alimentaba la oscuridad con su opuesto. 


Ella estaba concentrada. Sostenía un bolígrafo en la mano derecha y escribía unas palabras en su libreta. 
El teléfono, de repente, sonó durante un cuarto de segundo. Inquietada por la ruptura de su silencio, miró a sus espaldas y expectante aguardó la repetición de la alarma. 
No sonó.
En la pared sobre la cual reposaba el mueble del teléfono, una mujer de aspecto 'diecinuevesco' le observaba la fachada trasera mientras que ella no se enteraba de nada. 
Ella sólo permanecía sumisa en su pequeño universo imaginario.

En su libreta, una vez expresada una página de ideas, apoyó el bolígrafo y buscó otra alternativa para paliar la soledad de esa noche. Se frotó los ojos y sus dedos quedaron tiznados de maquillaje. Entró en el cuarto de baño, lindante al salón-cocina donde estaba, y se enjuagó las manos. Oyó voces en el exterior y un imaginario miedo la heló. Se proyectó en ella una película en la cual dos hombres -los dueños de las voces- acortaban la distancia entre ella y ellos existente trepando por el balcón.

Regresó a su posición inicial, en el centro de aquella habitación, y observó las revistas de la tablecita de la mesa. Entre ellas, vio un libro de pintura acerca de la luz, y se dispuso a ojearlo soltando por sus labios un casi imperceptible "qué guay". 

El silencio.
Las olas.
La observación de antiguos cuadros y rostros muertos entre el claroscuro del salón.
La soledad.

Todo un conjunto que le regalaba una perfecta ambientación para el disfrute de su alocada mentalidad. 
Contemplaba atenta las obras y susurraba para sí el nombre de éstas. 
Cada detalle, cada línea.
Cada ojo, cada nariz, cada boca.
Cuánta perfección, cuánta belleza.
Cuántos mundos. Cada cuadro: una aventura.

A ella le encantaba imaginar historias. 
Y en ese momento, aún más. 
Cada imagen le atribuía una sensación diferente, una trama única.
Abrió una página al azar, y Vieja haciendo encaje en una cocina -de Nicolaes Maes- atrajo su atención y a su carrete de películas durante unos minutos. 

Empezó a estar incómoda. Sentía frío, pero prefería permanecer allí sentada a entrar en la oscura habitación a por una manta. Su inevitable imaginación decidió retenerla. 
Se puso su chaqueta, hasta ahora olvidada sobre el sofá como un ovillo enredado, y se asomó al balcón. Sonó el móvil.
Su mente volvió a funcionar. 
Hay que ver cómo puede llegar a actuar el cerebro humano cuando tiene sueño y desgana.
Desde el balcón, vio cómo un barco imitaba a la Luna en sus días visibles dejando una marca en el mar. Un suave airecillo le acariciaba. Volvió al salón.

Allí observó el estante del teléfono repleto de libros. Se interesó por muchos. Previamente, cuando llegó a aquel lugar, se vio tentada a echarles un vistazo a las dos montañas de libros, sobre los cuales se apoyaban dos cuadros, erigidas sobre una mesa enfrente suya. Pero no cogió ninguno.
Ahora agarró con cautela un par de libros de la estantería.

**Libros: La desbandá, Luis Melero, 597 páginas (el más delgado, pero curiosamente el que más pesaba).
Las mejores poesías de la lengua castellana (el más gordo). 

Ya sabía cuál leerse.

Buscando, eligiendo, curioseando, extraía uno y otro pensando a su vez en que encontraría un ojo mirándole luminoso y despierto desde la oscuridad de los huecos que iba provocando.

Volvió al estante. Se sentía como la ladrona de libros en la biblioteca del alcalde. Pero sola. 
Y con una sola estantería. 
Cogió otro libro: La guerra civil española. Éste se presentaba algo deteriorado. Dejó escapar otro "qué guay" mientras acariciaba la portada. Dio una pasada rápida a sus hojas y acercó a la par la nariz para respirar el airecillo apapelado con un cierto dulzor a antigüedad. Lo devolvió a su lugar.
-"Hay tantos libros..."-dijo.
Siguió mirando, pero por curiosidad. Ya tenía seleccionado a su compañero nocturno.

Movió uno de los sofás hasta situarlo bajo la lámpara de tenue luz y se sentó a leer.
El silencio se intensificó. La mujer diecinuevesca seguía allí, pero ya no alcanzaba verla. 
Iban y volvían las voces bajo el balcón.
En el mar, seguían las olas bailando.
Y ella, leía. 

Letra más letra. Palabra por palabra.
El arrullo del mar.
Letra más letra.
La vaporosa luz sobre el sofá. Sobre ella.
Palabra por palabra.
Los párpados le pesan.

Sueña.

22 de marzo de 2011

Texto - .

Abrió el cuaderno. El olor que desprendían sus páginas inundó su nariz.
De inmediato, evocó imágenes pasadas llenas de sentimiento.
Figuras cargadas de historias. Historias que nunca volverán a existir.
Se quedó paralizada, con las hojas en sus manos, mirando sin parpadear a un punto invisible de la pared.
Sonó en su memoria una canción, una melodía compuesta por las risas de un pasado. Una película protagonizada por miradas y sonrisas.
Recordó aquellas estrellas que les miraban atentas mientras ellos jugaban primerizas sensaciones; mientras respiraban al unísono expectantes por todo lo que aún no había llegado.
Recordó aquellas noches nubladas en las que una sola caricia era capaz de iluminar hasta que reapareciese Luna de su escondite.
Recordó… infinidad de fechas pertenecientes al baúl de los recuerdos.

La canción cesó.
Se le erizaron los vellos y una lágrima resbaló por su mejilla.
En ese cuaderno estaban sus memorias, una pequeña pero importante parte de su vida. Y ya la había perdido.
Ya nada de lo escrito volvería.
Ya ninguna de esas fotografías se repetiría.
Ya no había nada que hacer.

Hacía mucho tiempo que no necesitaba un pañuelo que le acariciase los ojos.

19 de marzo de 2011

Texto - Me siento viva

 [ Roque Baños - Vuelta a la vida (BSO Diario de una ninfómana) ]
Y camino, silenciosa, por la ciudad.
Las nubes me observan con tristeza, y lloran.
Mi pelo de moja... pero no me importa.
Siento un pesar en mis ojos.
Mi entorno se enturbia. Esta sensación evoca al pasado...
Estoy sola entre un millón de personas. Todas se mantienen a una considerada distancia de mí. 
Mientras, yo escribo; escribo en mis pensamientos estas palabras.
Es lo que suelo hacer cuando camino en soledad.


Siento.
Pienso.
Lloro. Mis lágrimas se mezclan con las procedentes de las nubes.
Camino.
Y así, me siento viva. Muy viva.

13 de marzo de 2011

? - Dónde



¿Dónde estás?



Poesía - El mar


Oh el mar, el mar, el mar, el mar
el sonido de las olas rompiendo
el susurro de mi alma diciendo:
"con libertad aquí vivo yo en paz"

11 de marzo de 2011

Poesía - Untitled

Necesito leer unos versos
y sentir que rimo contigo
Necesito pedirte un beso...
y saber que soñarás conmigo.

9 de marzo de 2011

Poesía - Día 7

 [ Starfucker – Isabella Of Castile ]


Hoy me siento feliz:
puedo danzar junto a ti,
elevarme a las estrellas...
¡Entrégame tus manos!


Hoy me siento feliz,
contemplo tu pálida belleza,
tus grandes ojos almendrados...
¡Entrégame tu mirada!


Hoy me siento enamorada,
alzando mis brazos al sol
en un enérgico salto...
¡Entrégame tus brazos!


Recíbeme con ganas
cuando del aire vuelva
y a la blanda hierba caiga.
¡Entrégame tu cuerpo!


Hazme tuya con tu presencia
en una eterna y dual danza;
así realmente feliz me siento:
te tengo junto a mi alma.


Y hacia el castillo del amor
camina en un fogoso beso
pues de sus gruesos y altos muros...
seremos eternamente presos.


¡Entrégame tus labios!

7 de marzo de 2011

Poesía - The breeze of the words

Yo hablo,
y un airecillo me recorre
Yo hablo, 
y un susurro me acompaña
Siento la brisa de las palabras


Yo hablo, 
y un suave escalofrío...
me abraza.

Poesía? - Seductor

♫ [  Portishead – Half Day Closing ]
Envuelta en un halo de misterio y de la oscuridad del habitáculo, sonriente e indiferente, con un trip hop suave de fondo, se haya su cautivadora presencia.
Se mantiene reclinado con desdén sobre su mesa.
Trajeado. Oscuro...
Me mira fijamente a los ojos y dispara con un gesto que, verdaderamente, me mata...
Una serie de tambores retumba violentamente en mi pecho.

-Un Vodka, por favor...-
un Vodka y me entrego
por completo a tu amor.

Sedada con tu aura, no dejo de mirarte.
Me controlo en estos momentos el apetito de abrazarte.
Quiero que seas esta noche mi gran acompañante...
aquél que haga de ésta una velada emocionante;
guardar así al fin el recuerdo de tus besos.
¡Tanto deseo!...

Querido seductor trajeado, encamíname,
cuelgo de tus hilos; aprisióname.
La luna hoy nos envuelve con su fragancia:
¡gocemos de una esporádica noche apasionada!

Vamos... déjate llevar por la suavidad de las notas
que en esta apagada sala con placidez tocan...
¡Desenvuélvete/me!

Texto - Pensamientos nocturnos de la vida y el amor

♫ [ The Righteous Brothers – Unchained Melody (From Ghost) ]
Esto es una epidemia. Una gran depresión de lo cercano y lo perteneciente a los 20. Peligroso número...
Últimamente me encuentro rodeada de palabras negativistas acerca de la soledad en el amor. Unas cinco personas -sin contarme- me han dicho que se quedarán solas en el futuro. ¿En qué se basan para confirmar tal cosa?
Supongo que, al igual que yo, dicen eso para recibir con mejor sonrisa ese amor que les espera en el futuro. Piensan que al ser negativos no sufrirán tanto si no llega, pero, en el fondo saben que sí llegará. La espera puede ser desesperante, mas cuando sientes que una persona especial penetra tu burbuja vital, la felicidad momentánea reina durante más que unos simples minutos. ¿Bien recompensada dicha espera?
Yo intento animar a esas personas con palabras positivistas de consuelo y resaltando sus cualidades, además de basarme en ejemplos y en esperanzas imperecederas de futuro. Mas, para mi propio ánimo, las palabras me son más difíciles de digerir. Mantengo esa esperanza pero vivo con el miedo de tener que perderla por chocar contra una realidad externa a mi verdad y a mi deseo.
Esta noche -y en otras ocasiones- miro atrás en el tiempo y me percato, mientras me maravillo, de cómo vivían el amor los jóvenes del pasado; nuestros abuelos, sus padres, sus abuelos... Todos han pasado por esta maravillosa edad que después se echa tanto de menos en la vejez. Ellos han sentido, han amado, han sufrido, han sido rechazados, han roto, se han casado... Y ahí están (¡y emparejados!). Nosotros nos frustramos, es inevitable: ésta edad... Pero cuando lleguemos a la de nuestros abuelos diremos: ¡pero qué muermos y tontos éramos! Tanto preocuparnos y precipitarnos por amor, cuando... eso llega solo :). No debemos correr por el tiempo; éste seguirá yendo a su ritmo mientras intentamos dar saltos sobre él. Es una lástima que, a más avancemos, más se adelantan las cosas en la edad de los nuevos individuos.
Y me encanta conocer las historias de las personas mayores, observar atenta cómo sonríen al recordar esos bellos momentos de juventud que ahora nosotros vivimos con cierta angustia. Me encanta escuchar baladas de los 60, o de los 80: cualquiera que me evada del mundo presente y me transmita la sustancia de aquella época, que viene a ser la misma en cuanto al sentimiento. Es precioso :). No puedo evitar sonreir o incluso emocionarme cuando me meto de lleno en las historias que mis abuelos me cuentan de su juventud. Probadlo, es genial. Ved sus fotos, sus rostros en esas inmortales imágenes y sus semblantes en esos momentos presentes de recuerdo. Atentos a sus palabras... Oídlas mientras ellos sigan aquí: son valiosos.
La vida... Todos pasamos por lo mismo, todos; no hay ser humano que pueda escaparse de las leyes de la naturaleza humana. La vida es así. Momentos de bajón, momentos de éxtasis; felicidades efímeras recompensadas por una mayor inesperada; llantos esporádicos. Tememos al futuro, pero, ¿para qué? Lo precioso se halla en aquello que no esperabas encontrar... u.u Y cuando lo hayas... Y también, en caminar por la vida, con tranquilidad... contemplarla, amarla. Disfrutar de sus detalles, no ir a por lo simple... Indagar, penetrar en ella; poder ver lo complejo, ver más allá de lo que la mayoría ve. Aw. Y disfrutar del amor, cuando... se encuentre mutuamente.

Yo tengo bien claro que no quiero encontrarme con cualquiera. Busco, o mejor dicho: "espero a que espontáneamente aparezca" alguien que rime conmigo. Que no tenga vergüenza de saltar, reír, gritar, correr, crear... un día cualquiera por un lugar cualquiera lleno de personas desconocidas. La gente, la gente... ¡la gente pasa de ti! Pasa tú de ella. Sé feliz, cumpliendo los pequeños deseos y placeres que hacen de tus días grandes maravillas. ¡¡Viveee!! Da pequeños pasos para llevarte muchos y bellos recuerdos a la tumba. Llora, pero de felicidad al decir: mi vida fue maravillosa. ¡Vive!

Poesía - Untitled

En un siniestro baile de máscaras
todos aparentan gran felicidad
Mas yo inicio una fúnebre marcha
hacia la muerte, ahogados en el mar

Es un mar de lágrimas,
salado y triste, sin más.
Todos dicen ser felices
pero, yo muero, y muero…
…sin paz.

5 de marzo de 2011

Texto - Una mañana cualquiera

Who Wants to Live Forever ~  [ Queen – Who Wants To Live Forever ]

Su alma quedó hecha trizas. Y ella lo sabía, era consciente, mas, ¿qué hacía? Era, o eso, o vivir en un engaño. Él debía asumirlo. Respirar hondo y concienciarse de la mutabilidad de la vida: nada es para siempre.
Ella, por otro lado, debía ser fuerte. Dejar de cubrirse con una máscara y enfrentarse a la realidad, su realidad. Estaba dolorida por el daño cometido, pero su razón la consolaba con que “era lo correcto”. Ahora debía dejarse alzar hacia una nueva vida, esa nueva vida que comenzó el 14 de febrero. Su debilidad le hacía pensar con frecuencia en que la soledad sería desde ahora su eterno amante. Pero, ¿en qué se basaba? ¿En una estúpida mala experiencia? Aquella la debía ver de modo positivo: le enseñó –aparte de “saber amar”- a saber reaccionar en el futuro ante situaciones –impensables, para ella- similares.

-Algún día…- se repetía constantemente – lograré alcanzar, por mí misma, esa felicidad.

¿Qué felicidad? La de compartir, junto a una persona de amor supremo mutuo, todas esas experiencias y pequeños placeres que, día a día, mes a mes, sabían hacerle sonreír y cantar cada día a una positiva realidad.

“Algún día”.

Lo mismo, para él: ahora se ocultaba tras una barrera, una burbuja anti-sentimientos. Debía llegar otra chica, mediante la suerte –la misma que tuvo al conocer a la presente- que rompiese sus esquemas.
Esto, y tras promesas de un falso “amor eterno”, serían una bomba para ella. Pero, resaltar que: ella eligió ese final, por buscar, para ambos, una persona ideal.

By Me.

  “Centrefolds”… bonito recuerdo. u_u

18 de enero de 2011

Texto - Historia ficticia. Hasta donde la música me lleve, escribo.

Esta historia la he creado en base a una película mental que me he creado yo sola al escuchar una preciosa canción. 
La lectura quizás no resulte fluida debido a la cantidad de puntos que he escrito, pero pretendía crear una lectura lenta que invite a la pausa larga, y que induzca al lector a dedicarse a la observación mental de lo que lee. 
Como ya he dicho, es totalmente ficticia. Está en primera persona porque me resulta más fácil escribir así, ya que me introduzco más en el papel.
Charlotte Gainsbourg – Time Of The Assassins ]
[
Duele…
Me duele muchísimo…
]

Necesito salir un rato. Pisar los charcos y olfatear el ambiente humedecido por las lluvias. Necesito sentir el frescor suspendido en el aire.
Tomo mi oscuro abrigo y mis botines marrones. Me envuelvo en mi bufanda favorita y me cuelgo mi cámara de fotos. Abro la puerta y me enfrento al exterior.
Las nubes dispersas pueblan el cielo. A lo lejos puedo observar algunos rayos de sol que dibujan espectaculares sobras entre los cúmulos. Inmortalizo esa bella escena.
Aún chispea y olvidé mi paraguas, pero no le doy importancia: me gusta que las gotas caigan sobre mi pelo.
Desenredo mis auriculares y pongo mi mejor música almacenada y, dejándome llevar por las notas, camino rítmicamente hacia cualquier lugar.  
Paso junto a los árboles del pequeño jardín que lindan con mi calle, sorteando después los semáforos en rojo que interrumpen mi escapada personal. Tomo un autobús, y me bajaré en la parada donde la canción que escucho ahora haya terminado.
Visito dos museos del nuevo arte. No logro entenderlo, pero lo admiro... e interpreto.
Observo a las personas que me voy encontrando por la calle. Pienso en ellas, en sus acciones: unas pasean de camino a comprar el periódico, otras van ajetreadas hacia sus destinos, probablemente rutinarios y pesados: lo puedo ver en sus rostros. Otras, pasean a sus mascotas. ¿En qué estarán pensando?
Cruzo un gran parque. Fotografío a un anciano en un banco mirando a la nada. ¿Pensará en su vida? ¿Se arrepentirá de algo? ¿Habrá dejado escapar sueños que ya no podrá alcanzar nunca? ¿ Quizás algún amor?
Llego a la costa, y camino por la mojada arena sin importarme el barro en mis zapatos nuevos. Miro hacia el cielo: las nubes se están marchando; puedo ver sus movimientos hacia el sur. Una bandada de gaviotas vuelan sobre mi cabeza. ¿Qué se sentirá al volar? Me encantaría poder experimentarlo. Cierro los ojos e imagino. Aprieto fuerte mi cámara y lleno mis pulmones de un aire puro y marítimo, dejándome llevar por el sonido de las olas, la suave música de mis auriculares sobre mis hombros, y la imaginación.
Sigo paseando y llego a unas rocas que precipitan en el agua. Mi reflejo en ésta me hace pensar acerca de mi existencia: ¿quién soy? ¿qué hago aquí? ¿cuál es mi razón de vida?

Continúo con el paseo y me acerco a una cafetería con mis zapatos manchados de arena. Menos mal que los granos no han entrado dentro; sería bastante incómodo andar así. Me siento en una de las mesas y pido un café. Observando a todas las personas que desayunaban en aquel lugar, te vi.
Te vi.
Pero no te dije nada.
Mantuve la mirada fija en ti durante toda mi instancia, pero no te diste cuenta de mi presencia. No notaste mis ojos clavados en tu nuca. No quise acercarme, no quise molestar. Una bonita chica estaba a tu lado sentada. Llevaba los labios rojos y el pelo liso. Era muy guapa.

Me dolió muchísimo.

Te vi, y me arrepiento de no haberte dicho nada.
El destino me llevó hacia ti… Espero que vuelva a suceder; pero en un lugar donde sólo estemos tú y yo. Donde la chica de los labios rojos sea yo.
Pues la razón de mi existencia la he encontrado, y eres tú.