Épocas. Épocas caracterizadas por unos atributos únicos que no volverán. Canciones que marcaron ese punto en tu historia; imágenes que conformaron parte del curso de tu vida. Sonidos. Risas. Lágrimas. Palabras que en aquellos momentos eran lo más importante para ti, palabras que jamás querrías cambiar, mas ahora, has cambiado.
Los momentos que parecen durar para siempre desaparecen paulatinamente ante nosotros y no nos damos cuenta hasta que, años después, vemos esos recuerdos de alguna manera que nos transporta a ese pasado, y decimos: cuánta nostalgia, cuánto recuerdo, qué feliz era y qué ignorante. Pensando que eso era lo único en mi vida, y ahora tan llena de experiencias que dejaron hechos atrás, muy atrás, siendo leves suspiros en el tiempo.
Nada tiene la misma importancia que tuvo en el pasado. Todo es nada ahora, nada era todo antes.
Esa amistad perdida, ese amor falso. Esa ilusión, ese sueño. Nada es ahora lo que era.
Esas sonrisas por aquellas cosas que ahora miras con desprecio. Ese desprecio a algo que ahora amas. Todo es lo que nada era.
Cómo cambia todo, cómo avanza el tiempo. Cuando reflexionas te das cuenta de ello. Mirando atrás, a ese momento en el cual pensabas que NADA podrías soportarlo diferente a como lo tenías. Pero sí. Puedes, avanzas, caminas hacia delante y te olvidas de ese esfuerzo realizado por olvidar y esa lucha por crecer y no consumirte hasta quedar enredado en un ciclo infinito de dudas y miedos hacia la luz y la novedad.
Todo cambia. Nada permanece como está.
No nos percatamos de ello, pero... sí, todo cambia.
Aprovecha el tiempo que quizás lo que hoy es mañana no será.
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